lunes, mayo 25, 2009

Minimal Poética

No escribo para agradar a la gente. Ni para que me brinden aplausos. Tampoco para tratar de impresionar a nadie porque hago Metapoesía.
Escribo todos los días. Pero no para mí mismo. Creo varios poemas de noche y casi todos los destruyo. Porque el poema no es solo expresar un vano sentimiento. Es algo más.
No me gusta escribir largos poemas neobarrocos. Ni leer poemas llenos de coloquialismos falsos. Busco la palabra precisa. La prosa solo emite ruido.
La imagen me acerca al poema.
Mi estética es el misterio del agua.
Toco una Minimal Poética.
La poesía es un acto sagrado.

8 comentarios:

Marina Centeno dijo...

Bajo estas condiciones, Sr. Zelada, déjeme decirle que es un placer pasar por su obra, por este sitio, siempre cargado de sabiduría y compromiso.

Gracias.

Mi saludo.

Geni (Maria Eugenia) dijo...

Es una pena de destruyas tus poemas seguro que son una belleza,quizás seas demasiado exigente en tus escritos.
Perdona por no haberte visitado mas a menudo he estado algo ocupada.
Pero me gusta mucho como escribes.
Un beso y hasta muy pronto.

Leo Zelada dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Leo Zelada dijo...

Gracias Marina. Trato de que ese universo mágico poético atraviese este blog.

Un saludo.

Leo Zelada dijo...

Geni, lo que sucede es que soy muy exigente con mi poesía. En prosa no mucho.
No entiendo como hay gente que todo lo que se les pasa por la cabeza lo publican. Hay que ser más autocriticos con la obra de uno. Es mi posición personal.

Un beso.

Anónimo dijo...

Exacto. Esa es la frase perfecta que esperaba que tú escribieses. Tú la has desvelado. Gracias.


L.R.

Muy grande dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Pero la poesía exige o sugiere un "Universo" muy diferente: universo de relaciones recíprocas, análogo al universo de los sonidos, en el cual nace y se mueve el pensamiento musical. En este universo poético la resonancia prevalece sobre la casualidad, y la "forma", lejos de desvanecerse en su efecto, es como reclamada por él. La Idea revindica su voz. (Resulta de ello una diferencia extrema entre los momentos constructores de prosa y los momentos creadores de poesía.) Así, en el arte de la danza, el estado del danzante, (o el del amante de los ballets) es el objeto de este arte, y los movimientos y desplazamientos de los cuerpos no tienen término en el espacio, ningún hito visible, ninguna cosa, que junta los anule; y a nadie se le ocurre imponer acciones coreográficas la ley de los actos no-poéticos (pero útiles), que es: efectuarse con la más grande economía de fuerzas, y según los caminos más cortos.
Esta comparación puede hacer sentir que ni la sencillez ni la claridad son absolutos en la poesía, donde es perfectamente razonable (y aun necesario) mantenerse en una condición lo más lejana posible de la prosa, aún perdiendo (sin mucho echarlos de menos) tantos lectores como sea necesario.

En suma: mientras un poema es más conforme a la poesía, menos puede pensarse en prosa sin perecer. Resumir, poner en prosa un poema, es simplemente desconocer la esencia de un arte.

L.R.