martes, octubre 21, 2008

El influjo de la poesía oriental en la poesía última de Leo Zelada por Jaime Siles

Jaime Siles el critico literario más importante de España y uno de los más renombrados poetas de la península

El haiku es la línea recta del poema, porque va directamente del ser de una cosa a aquello que nos la convierte en un pensar. Sin embargo, no es poesía de pensamiento: roza – sí- el cuerpo y el territorio del aforismo y de la máxima, pero no se confunde con ella ni con él. El haiku - por la electricidad de su semántica, que es lo que produce el relámpago de su iluminación- es una imagen de tan alto voltaje que deja a oscuras a todas las demás cada vez que su mezcla de dibujo y sonido se enciende. Por eso el haiku nunca se objetiva en un concepto sino que se prolonga en una reverberante sensación. Los haikus de Tablada y algunos de Antonio Machado y Juan Ramón no son mero exotismo sino poesía alta – más oriental y pura en el primero que en los segundos, en quienes el origen de la forma queda oculto bajo el cuño fresco de lo popular. Ramón Gómez de la Serna hizo un tipo de haiku en prosa, que es la greguería. La jitanjáfora de Mariano Brull alguna que otra vez se le asemeja, pero no lo es. El haiku es el más plástico de los conocimientos porque depende de la breve duración de su intensidad. Dios de un instante, produce siempre deslumbramiento y ensimismamiento a la vez: el haiku se ensimisma como el lector cuando lo lee, porque toda la realidad del mundo queda reducida a él, que funciona como un mundo contracto. Nada más condensando que este proceso de escritura, que es en sí mismo reducción. Como Octavio Paz y Alejandro Duque Amusco, alguna que otra vez también yo quise recorrerlo. Por eso sé lo difícil que es su velocidad que, a duras penas, puede resistirse. Leo Zelada se ha internado por esta senda del dragón en la que nunca – que yo sepa- atardece, porque en ella siempre resuena la gráfica música de una nunca extinguida luz. La poesía última de Leo Zelada se inspira en textos chinos, japoneses, y coreanos, tan transparentes como el cuarzo y tan polícromos como el arco iris. En ellos vemos aguas doradas y caballos lilas, lagos que son de jade y hojas de otoño que caen sobre un gong, cerezos que renacen y bambúes que están a punto de morir junto al sonido de simultáneas campanas de bronce. La dinastía del cristal sostiene la perfección de todos estos nombres que hizo suyos Rodin y que no tienen nada que envidiar a los mejores monumentos de la Grecia Clásica. El haiku, la tanka y las demás formulaciones plásticas y líricas del arte oriental- no son sólo formas modernas de la poesía antigua sino que figuran entre las más modernas de cuantas ha sido capaz de generar o recrear nuestra modernidad. Ellas, como el soneto y el círculo, nunca pasan de moda porque nunca acaban del todo de pasar : están pasando siempre , como nosotros, sobre La senda del dragón recorrida por Leo Zelada, a quien saludamos y despedimos a la vez, porque , sin irse, está volviendo siempre y, nunca ido del todo, acaba en este mismo instante de volver. Que el satori no lo abandone nunca y que, como ahora, lo sepamos dentro de una nueva imagen cada vez.

1 comentario:

Felisa Moreno dijo...

Gracias por visitar mi blog y dejar un comentario y enhorabuena por tus éxitos literarios.
Saludos